La divisa de López Obrador en su discurso contra la pobreza y la desigualdad ha sido “el cambio del modelo económico”.
Y ahora, de manera misteriosa y súbita, esconde esa intención con propuestas que nada tienen que ver con el tema.
Ha optado por la estrategia ocultar su proyecto para que no se le escape la presidencia.
Nadie que haya oído a López Obrador en estas décadas, desde su combate a las reformas a comienzos de los noventa y hasta apenas unos meses, puede decir que no lo escuchó decir que hay que cambiar el modelo económico.
Hoy, de manera deshonesta para los votantes, escabulle el tema.
Porque combatir la corrupción, como ofrece, no es cambiar el modelo económico.
Corrupción hay en el capitalismo, en el socialismo, la hubo en la Colonia, en la Edad Media y en la antigua Grecia (Diógenes buscaba con una lámpara, a pleno sol, a un hombre honesto en Atenas).
Sea franco, le piden a López Obrador.
Desde el Consejo Coordinador Empresarial hasta algunos de sus seguidores que le creen el discurso y les extraña que ya no hable del cambio de modelo, están desconcertados ante el silencio taimado del puntero en las encuestas presidenciales.
Explíquelo. En qué consiste el cambio de modelo.
AMLO no lo hace porque esconde lo que hará. No le conviene decirlo ahora.
Hacer ajustes a la reforma energética no es cambiar el modelo económico del país.
Cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México tampoco es cambiar el modelo.
Dijo a los banqueros que no va a expropiar ni a nacionalizar empresas. Excelente –si fuera verdad.
Entonces, ¿en qué consiste su cambio de modelo económico?
Ya anunció que no va a subir impuestos ni hará cambios fiscales. ¿Le creemos?
Si no va a modificar la política fiscal, ¿qué va a cambiar del modelo económico?
López Obrador ha repetido hasta el cansancio que la pobreza ha aumentado en el país –lo cual es totalmente falso– por culpa del modelo económico neoliberal.
Muy bien, tal vez tenga razón en que el modelo falla y será un gusto apoyarlo si propone algo diferente y sensato, pero no lo hace.
Ahora su discurso es única y exclusivamente contra la corrupción, y deja lo demás sin tocar.
Pablo Hiriart 20 marzo 2018.
Es estrategia de campaña porque oculta lo que va a hacer.
Si su única inquietud fuera combatir la corrupción, que se postule para titular de la Fiscalía Anticorrupción y seguramente tendría el apoyo casi unánime de los legisladores.
Desde ese puesto se puede combatir más la corrupción que desde la presidencia, pues tendrá facultades específicas, dientes, y será autónoma.
AMLO quiere cambiar el modelo económico del país, lo cual sería atendible y digno de analizar, pero no dice lo que pretende hacer. Lo esconde.
Hasta sus seguidores están desconcertados, pero le guardan obediencia porque lo conocen y es muy posible que el silencio sea una treta para soltarnos el estatismo echeverrista, las expropiaciones y una economía cerrada al mundo como ocurría en el México que añora (donde también había, y mucha, corrupción).
O tal vez no. Y resulte ser lo que ahora nos dice y nada más: un presidente que no cambiará nada, salvo de lugar el aeropuerto.
Fitch, una de las tres grandes calificadoras del mundo, no se traga la historia del presidente inofensivo y cree que sí vendrían cambios drásticos al modelo económico.
Pero AMLO los oculta. No se atreve a hablar de ellos y prefiere lanzar mensajes contradictorios a través de Alfonso Romo, para engañar a los votantes.
Ahí está el quid de su peligrosidad.
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