México
Lo primero, reconocer que me equivoqué. ¿Por qué?
Porque a Germán Martínez sí le llegaron al precio. Y, como suele ocurrir, el tiempo lo puso su lugar.
Y es que el ex presidente del PAN está entre los políticos que olvidaron ideología, ideales e ideas por un vulgar “hueso”. Vulgar clase política.
Y viene a cuento porque en el Itinerario Político del 1 de febrero recordamos dos ocurrencias del presidente Álvaro Obregón que son parte de la picaresca de la clase política mexicana.
La primera, cuando Obregón dijo que sería el presidente más honesto… “Porque solo tengo un brazo para robar”. La segunda, cuando acuñó lo que hoy se considera epítome de la corrupción: “Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”.
El tema surgió luego que Germán Martínez reveló “una joya de la forma y el fondo” utilizados por Andrés Manuel López Obrador para estimular la cooptación, traición y deslealtad a partir del reparto de cuotas.
Es decir, AMLO estimula la codicia e impunidad —con la entrega de cargos públicos— y con ello dobla ideas, ideales e ideologías.
Como recuerdan, el ex presidente del PAN reveló que AMLO lo había invitado a ocupar la Fiscalía General en su hipotético gobierno, cargo que el ex jefe del PAN dijo rechazar.
Por eso, aquí dijimos que Germán Martínez “es uno de los políticos con la más sólida educación y con los principios mejor colocados. En realidad es un ideólogo del PAN y uno de los demócratas más acabados”.
Y es que en su momento, el jefe panista también renunció a la dirigencia de los azules, por vergüenza, luego de una escandalosa derrota.
Al final dijimos que lo importante no era “si Germán Martínez cree o no en López Obrador, tampoco si López Obrador engaña a Germán Martínez o engaña a todos los ciudadanos. No, lo importante es la revelación de la metodología empleada por Obrador para despertar la codicia de los políticos”.
Queda claro que la codicia se desata con los cañonazos de AMLO, al mejor estilo de Álvaro Obregón; “cañonazos que resistió Germán Martínez”, rematamos.
Sin embargo, me equivoqué. La realidad terca e inflexible demostró que el implacable tiempo siempre coloca a todos en su lugar.
Y es que Germán Martínez se dobló ante los cañonazos de López Obrador; olvidó ideas, ideales e ideología del PAN por un plato de lentejas.
Me equivoqué porque Germán Martínez no es el político con los principios mejor colocados, tampoco es un ideólogo del PAN y menos uno de los demócratas más acabados. Tiró al bote de basura toda su historia partidista, a cambio de una plurinominal de Morena en el Senado. Un plato de lentejas.
La realidad mostró que Germán Martínez es un político del montón, de los que se derriten al calor de un pequeño hueso, de los que se acuestan como férreos defensores de los principios que Gómez Morín convirtió en partido político —el PAN— y despiertan bañados por el populismo de izquierda y el servilismo “chabacano” al mesías.
Dilo si no la siguiente declaración: “Estoy listo para apoyar lo que ordene el candidato… Soy de los que con orgullo va a entregar volantes de López Obrador porque quiero que sea presidente… Porque con López Obrador habrá un mejor mañana”.
¿Qué debió pasar en la cabeza de Germán Martínez para producir un cambio ideológico de 180 grados? ¿Dónde quedaron lecturas, ideas, doctrina, congruencia, principios…?
Aquí documentamos la cachaza de “los políticos basura” que han saltado de un partido, a un segundo partido, a un tercer partido sin hacer gestos por tragar sapos y serpientes. Y hoy se confirmó que “el hueso” derrite lo mismo la fortaleza ideológica del más iletrado, que del llamado “intelecto de angora”.
Lo curioso es que Germán Martínez ratificó su amor a Morena y a López Obrador, justo cuando el tres veces candidato presidencial nos regala, a los mexicanos todos, la más acabada pieza de su ambición dictatorial.
Y es que en su discurso de aceptación de la candidatura presidencial, Obrador no solo regresa a lo más viejo del PRI, sino que construye su retórica al más puro estilo de Goebbels, el teórico del nazismo criminal de Hitler.
¿A qué nos referimos?
Solo los ciegos como Germán no la ven; López Obrador convierte las peores aberraciones de su personalidad en méritos de campaña y de gobierno, como la locura, la necedad, la tozudez y las ocurrencias. ¿El Hitler mexicano?
Habrá entendido el inteligente y culto Germán —derretido por un escaño— que detrás “de las nuevas virtudes” de AMLO; de “la locura, la necedad, la tozudez” y el fanatismo, está Goebbels?
El tiempo pone a cada cual en su lugar. El tiempo puso a Germán Martínez en el bote de basura.
Al tiempo.
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