jueves, 18 de mayo de 2017

¿Es cuestionable la honestidad de Morena?

RICARDO PASCOE PIERCE

12 de Mayo de 2017

Es Morena quien puso en la palestra pública a su honestidad como dato incuestionable. Al declarar que es el único partido honesto en México, y, por tanto, el único con un proyecto político distinto para el país, carga con la responsabilidad de poder probarlo fehacientemente. Es por esta circunstancia, y por los casos de Eva y Delfina, que su honestidad sí está a debate.
El PRI es estructuralmente corrupto, y cuadros del PAN, PRD, Verde y otros partidos se han sumado a la cultura de la corruptela como instrumento para hacer política (compra de votos, por ejemplo) y, en demasiados casos, para enriquecerse personalmente. Por esto, y por la prevalencia de la violencia corruptora del crimen organizado en el país, el combate a la corrupción es un problema de orden estratégico.
La relación entre corrupción y Morena viene desde su concepción del método de gobierno. Miles de funcionarios de estructura del gobierno de López Obrador recuerdan que les exigía 10% de su salario quincenal para “La Causa”, so pena de perder el empleo de no cumplir con esa exigencia de carácter “moral”, no escrita. Hoy dirán que fue voluntario el descuento. Nunca se reportó el destino de ese dinero. Por otro lado, operadores como Gabriel García Hernández, actual secretario técnico del Consejo Nacional de Morena, y Octavio Romero, Oficial Mayor del Gobierno de la Ciudad de México, de 2000 a 2006, formaron las organizaciones Honestidad Valiente y Austeridad Republicana para administrar y lavar grandes sumas de dinero, sin poder esclarecer ni su origen ni destino. Incluso, HSBC tuvo que cancelar la cuenta bancaria que tenía Honestidad Valiente en esa institución, porque recibía enormes sumas en efectivo, sin que dicha entidad tuviera operación profesional o productiva que justificaran sus movimientos. Central en la extracción de recursos del erario fue el manejo de los depósitos en las cajas de previsión para trabajadores en lista y la policía del gobierno local. Usaron fondos de los ahorros de los empleados para esquilmarles prestaciones y hacer jineteo de sus derivados. Todo rodeado de la opacidad de funcionarios centrales que daban su visto bueno a esas prácticas.
Lo que hizo Delfina Gómez en su gobierno municipal de jinetearles el dinero a 50 mujeres (¡solteras, pobres y vulnerables!) que recibían pensiones alimenticias que representó un desvío de seis millones de pesos en el transcurso de su gestión, simplemente honra el método de gobierno inaugurado por López Obrador en la Ciudad de México. Esta denuncia, hecha por las mismas afectadas, acompaña otra que hizo el PAN sobre el desvío, también confirmado documentalmente, de 36 millones de pesos en descuentos “voluntarios” a empleados del gobierno municipal.
Las prácticas oscuras de esta forma de hacer política vienen de muy lejos y, sí, vienen del PRI. Llegan vía dinero que el regente de la ciudad, Manuel Camacho, le entregó a López Obrador para concluir su protesta en el Zócalo, la expropiación ilegal del periódico La Verdad del Sureste y el apoyo personal a la gestión del presidente Ernesto Zedillo contra Carlos Salinas de Gortari.
Este telón de fondo explica la oscura historia de López Obrador en su intención por alcanzar la Presidencia, fincándose en un discurso anticorrupción, cuando aplica los mismos métodos de todos. Y quien queda expuesta en esa narrativa es la tonta útil del cuento: Delfina Gómez.
                Twitter: @rpascoep

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