- Frank Lozano
Ciudad
de México / 24.08.2020 04:36:36
La relación de López Obrador con la corrupción y el
dinero mal habido está documentada desde que fue jefe de gobierno de la Ciudad
de México. Los nombres de René Bejarano, Gustavo Ponce y Carlos Ímaz (exesposo
de Claudia Sheinbaum) fueron relacionados a escándalos de corrupción.
Posteriormente, se dio a conocer que en el año 2006
el Sindicato Mexicano de Electricidad, el SME, desvió 66 millones de pesos para
sostener el plantón de López Obrador en avenida Reforma.
En el año 2015, Jessica Avendaño, esposa de Arturo
López Obrador, hermano del presidente, desvió 80 millones de pesos del gobierno
de Veracruz cuando fue oficial mayor de la secretaría de Educación en el
gobierno de Javier Duarte, quien entregaba 2.5 millones de pesos mensuales al
Morena.
En el año 2017 a propósito del temblor del 19 de
septiembre en la ciudad de México, siendo presidente de Morena, López Obrador
desvió 64 millones de pesos destinados a ayudar a víctimas del sismo para
usarlos en campañas de candidatos de Morena.
Ya como gobierno, López Obrador ha tolerado la
corrupción de miembros de su gabinete y ha permitido la realización de negocios
entre cuates, desde la compra de ventiladores a sobreprecio, a la compra de
cubrebocas en 214 pesos. Los nombres de Ana Gabriela Guevara, Zoé Robledo,
Manuel Bartlett, Rocío Nahle o Irma Sandoval salen a relucir. En su gobierno
abunda el nepotismo en los nombramientos y hay familias enteras acomodadas en
distintas dependencias, el ejemplo emblemático, nuevamente es Irma Sandoval.
El affair del video escándalo
donde aparece Pío Obrador recibiendo distintas sumas de dinero de parte de
David León Romero, es solo el último episodio de una tragedia llamada cuarta
transformación.
La lucha contra la corrupción del gobierno de López
Obrador es un simple ardid publicitario. No hay un compromiso verdadero por
hacer del combate a la corrupción una política pública. La Unidad de
Inteligencia Financiera, más que el brazo ciego de la ley, representa el látigo
político del régimen. La Fiscalía, lejos de ser un agente de justicia, es una
agencia de filtración de bulos, videos y chismes. La clase política de la
cuarta transformación se ha convertido en un lastimoso corifeo que al unísono
reproduce la narrativa que le impone el demagogo de palacio.
La distorsión de la realidad y la negación de la
misma han llegado a un punto de cinismo nunca antes visto. Lo que hace mi
opositor es corrupción, lo que hacen mis militantes son actos humanitarios.
Bajo esa lógica, los más de 60 mil muertos por covid-19, murieron por su culpa;
los más de 60 mil asesinados murieron por culpa de Calderón; los millones que
perdieron su empleo no existen porque ya hay recuperación económica; los niños
que no tienen medicamentos contra el cáncer tienen que tener paciencia. Para
cada problema hay una excusa, un culpable, un sofisma, una evasión, nunca hay
una política pública, nunca un Estado que enfrente y resuelva las cosas.
De ahí que no extraña que, contra toda evidencia,
la corrupción de López Obrador y sus secuaces termine por venderse como un acto
solidario incomprendido. Lo bueno es que nada sucede sin la aprobación del
presidente, dicen.
franklozanodelreal@gmail.com
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