Guillermo Velasco Barrera en MURAL
10 Sep. 2021
El pasado martes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación votó a favor de la inconstitucionalidad de la tipificación del delito de aborto, con el argumento de que el Código Penal en el estado de Coahuila, en sus artículos 196 y 224, vulnera el "derecho de la mujer a decidir" y la criminaliza.
Tal fallo constituye un paso fundamental en la pretensión del llamado "aborto libre" en México, a cuya agenda se han subordinado vergonzosamente los ministros de la Corte, utilizando argumentos ideológicos al margen de todo rigor jurídico, científico y ético.
Frente a la aparente disyuntiva entre no criminalizar a la mujer que aborta y preservar la vida del no nacido, la Corte descartó al segundo argumentando "que no existe unanimidad en los criterios éticos, morales, filosóficos, científicos y legales, sobre el momento a partir del cual comienza la vida humana y el momento a partir del cual debe protegerse por el Estado".
La narrativa estuvo plagada de contradicciones, por ejemplo, sostener que existe el derecho a la vida pero del ser autónomo. ¿Qué hay del recién nacido que depende en todo de su madre? ¿Qué sucede con una persona anciana y enferma que se encuentra postrada sin capacidad para moverse? ¿Cuál es el argumento científico de estos señores de la toga negra para dictaminar en qué momento comienza la vida en el seno materno? ¿Con qué base constitucional afirman que el procedimiento de "interrupción del embarazo" puede darse dentro de un breve periodo cercano al inicio del proceso de gestación?
El proyecto reconoce incluso que no existe referencia constitucional del llamado "derecho de la mujer a decidir", pero "que el sustrato de esta prerrogativa lo constituyen la dignidad humana, la autonomía, el libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la vida privada, la igualdad jurídica y la libertad reproductiva".
Meras falacias ideológicas para imponer un supuesto derecho y restringir sus derechos al concebido no nacido. No se había dado una contradicción jurídica tan grande en la Suprema Corte, que sólo se entiende en la subordinación de los ministros al gobierno de la 4T, cuyo proyecto ideológico tiene al aborto como una de sus prioridades.
Andrés Manuel López Obrador se ha conducido de forma ambigua con el tema del aborto, sabedor de que en México la mayoría de la población lo rechaza. Cuando se la ha preguntado, ha externado que éste debería ser sometido a una consulta y, tras el fallo de la Corte, dijo que él sería respetuoso de la legalidad.
Pero el Presidente miente con su discurso de aparente neutralidad y ha operado para impulsar la agenda abortista. Designó a Olga Sánchez Cordero en la Secretaría de Gobernación para articular diversas estrategias e iniciativas a favor del aborto, de la mano de legisladores de diversos partidos políticos, tanto del ámbito federal como en los Congresos locales.
Por otro lado, en el círculo más cercano al Presidente, comenzando por su vocero y algunos de sus propagandistas más "distinguidos", la agenda en pro del aborto se ha convertido en una verdadera obsesión, y el grupo de legisladores más radicales de Morena en pro de este tema no se mueve ni un ápice en el Congreso sin la venia de su jefe.
AMLO es un "lobo con piel de oveja" que ha logrado engañar a muchos obispos, haciéndoles creer que es completamente ajeno a la agenda ideológica que promueve el aborto. Sabe que enfrentarse a la Iglesia Católica y a las Iglesias Evangélicas le significaría un costo político muy alto.
Amplios sectores de la sociedad han mostrado su oposición al fallo de la Corte, y desde luego su actuación es reprobable, pues pervierte la justicia a un grado extremo, pisoteando los derechos de los más vulnerables. Pero no hay que perder de vista que el actor más relevante de este golpe brutal contra la vida despacha en Palacio Nacional.
@gvelascob
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