Juan Miguel Zunzunegui en MURAL
19 Ago. 2021
Borremos el pasado, cambiemos la historia, repudiemos lo que somos. Neguemos a Colón y a Cortés, olvidemos que cien mil indígenas se aliaron al mal llamado conquistador contra la tiranía mexica, y comenzaron con ello la conformación del país que somos, el país resultado de la unión y el triunfo.
Sólo hay un México que existe y es susceptible de ser amado. Éste, el que es resultado de que todo haya pasado exactamente como pasó; el México nacido de que Hernán Cortés y los pueblos del altiplano hayan derrotado a sus opresores. Ahí comenzó a nacer el hermoso mestizaje que somos.
Borremos a España y lo español de nuestra memoria, erradiquemos todo lo que apeste a España, y con ello la mitad hispana de nuestro mestizaje. Si odias a Cortés y repudias la mal llamada conquista, sé congruente y elimina de tu vida y tu cultura mexicana todo aquello que incluya lo español:
No vuelvas a escuchar un mariachi ni a cantar rancheras. Di adiós a los boleros, los sones y los huapangos, al pasito duranguense y a la música norteña. Que no vuelva a sonar ningún instrumento llegado de España.
No vuelvas a tomar tequila o mezcal, elaborados con el abominable proceso de destilación que trajeron los españoles. Adiós al mole, creado en los conventos virreinales de Puebla y Oaxaca. Derribemos todos los conventos y monasterios que esos odiosos gachupines nos dejaron, detonen todas las catedrales de su abominable Dios que no exige sacrificio humano o canibalismo ritual, cerremos para siempre todos los pueblos mágicos que apestan a virreinato.
Que se cancele de una buena vez y para siempre la Guelaguetza, llena de bailes y trajes virreinales. Quede abolido el pan, ese alimento diabólico llegado de Europa, y con él se vayan la nata, la crema, la leche y los quesos. Que nunca un mexicano vuelva a comer alimentos imperialistas.
Nunca más un queso Oaxaca en nuestro soberano y orgulloso territorio que no tenía lácteos. Adiós al taco al pastor y a la cochinita pibil, nunca más un jugo de esas asquerosas naranjas que llegaron en la Nao de China, al igual que los abominables mangos de Manila, fruto de la conquista, y que se suprima el traje de China Poblana.
Declaremos la abolición del nefasto deporte nacional, la charrería, porque no la tendríamos sin España. De hecho, saquemos del pacto federal a todos los estados del centro del país, tan llenos de charros, de caballos, de tequila, de vino, de ganado en general, de iglesias, conventos y haciendas. Expulsemos todo lo que apeste a España.
Nunca más una copla ni un son, que no vuelva a sonar José Alfredo o Cuco Sánchez, que nunca más se baile el Jarabe Tapatío. Ninguno de esos ritmos mestizos es digno de nosotros los mexicas.
Nos toca reaprender la forma de contar, pues el sistema métrico decimal es una imposición imperialista, volvamos a nuestra base de veinte, dejemos el calendario conquistador que usamos. Se acaba para siempre la Navidad, nada de poner nacimientos, y corramos para siempre a los Reyes Magos, nunca más un pan de muerto o una rosca; y desde luego, nada de descansar en Semana Santa.
Quede abolida para siempre la religión católica, junto a cualquier otro cristianismo, y desde luego, expulsemos para siempre el peor símbolo de la conquista: la virgencita de Guadalupe.
Que nunca más sea leída Sor Juana, engendro virreinal, y que con ella se marchen todos los imperialistas que escribieron y pensaron en la lengua de Castilla. Que se quemen los libros de Octavio Paz y Carlos Fuentes, que se quemen de hecho todos los libros escritos en el infamante idioma de Cortés. Que el Espíritu deje de hablar por nuestra raza, que se cierre la universidad y El Colegio de México, que se vayan los hijos del exilio en la Guerra Civil.
Que España sea borrada de México y que nadie más se exprese en su lengua. Impongamos el náhuatl en 130 millones de mexicanos malinchistas. Que se dinamite el Palacio Nacional, construido por Cortés y sede de virreyes, que se destruya la catedral cuya primera piedra puso el conquistador, que caigan todos los templos, que se destruya todo lo que sea barroco o neoclásico, que sea eliminado el Estado de Puebla y el de Oaxaca, que separemos Yucatán de nuestro país.
Que no haya nunca más una fiesta a Santos Patronos, y que Jesús sea borrado de la memoria nacional, que se acaben los bailes en Chalma y nos olvidemos para siempre de la Basílica y las peregrinaciones. Que se le saque el corazón a todo aquel que vuelva a pronunciarse en español.
Que no quede huella del paso de España por estas tierras. Destruyamos de una buena vez y para siempre el fruto más hermoso que los conquistadores dejaron en América: MÉXICO. Que se vaya de este suelo todo aquel que no sea cien por ciento indígena, que sea eliminado todo aquel con ancestros españoles. Borren a España, destruyan a México.
El autor es escritor y pensador mexicano. Maestro en Materialismo Histórico por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en humanidades. @JMZunzu
No hay comentarios:
Publicar un comentario