lunes, 23 de agosto de 2021

'Me quiere fregar'

JAQUE MATE / Sergio Sarmiento en MURAL

23 Ago. 2021


"Perdona a tus enemigos,

pero nunca olvides sus nombres".

John F. Kennedy

  

ENSENADA.- "López Obrador me quiere meter a la cárcel con el testimonio de dos testigos balines", dijo Ricardo Anaya en un video este 21 de agosto. "O sea, López Obrador me quiere fregar a la mala". El excandidato presidencial anunció que estará "fuera por una temporada".

El lenguaje populachero sugiere que la afirmación tiene un propósito político. No es un posicionamiento jurídico. La Fiscalía General de la República no ha señalado si prepara o no una orden de aprehensión contra Anaya, quien está haciendo campaña para postularse como candidato a la Presidencia y aparece en las encuestas como puntero en la oposición; pero el presidente López Obrador sí respondió en Facebook: "No tengo nada que ver con la persecución que supone Ricardo Anaya. No es mi fuerte la venganza. Si la Fiscalía y el Poder Judicial lo acusan de corrupción y es inocente, que no se ampare ni huya; que se defienda con pruebas y con la fuerza de la verdad. Ya no es el tiempo de antes: puede haber políticos presos, pero no presos políticos".

El exdirector general de Pemex, Emilio Lozoya, llegó a México extraditado de España el 17 de julio de 2020. Pese a que se le acusa de operaciones con recursos de procedencia ilícita, cohecho y asociación delictuosa, no ha pisado la cárcel. Ha presentado en cambio declaraciones que señalan que sus exjefes, el expresidente Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, ordenaron actos de corrupción. Dice que entregó dinero a Anaya y a otros miembros del PAN para respaldar el deseo de Anaya de ser gobernador de Querétaro y para convencer a los panistas de aprobar la reforma energética de 2013. Lo curioso es que esta reforma siempre había sido postulada por el PAN, por lo que no se entiende para qué se necesitaban los sobornos.

Dice López Obrador que su fuerte no es la venganza, pero los hechos lo contradicen. Mientras que Lozoya huyó a España y tuvo que ser extraditado, la exsecretaria de Desarrollo Social Rosario Robles regresó a México a encarar una acusación por ejercicio indebido del servicio público en la modalidad de omisión. El presunto delito no amerita prisión preventiva, pero ella ha estado encarcelada desde agosto de 2019.

El único detenido por las acusaciones de Lozoya es el exsenador panista Jorge Luis Lavalle, a quien se acusa también de operaciones con recursos de procedencia ilícita, cohecho y asociación delictuosa. Al contrario de Lozoya, él sí está en la cárcel. Peña Nieto, quien supuestamente ordenó los sobornos, no ha sido siquiera llamado a declarar.

Anaya ya fue víctima de una acusación con motivación política. Durante la campaña de 2018, en la que amenazó con encarcelar por corrupción a Peña Nieto, fue investigado por una supuesta operación de lavado de dinero. Una vez que terminó el proceso electoral, dos días antes del fin del sexenio, la PGR determinó que "no existen datos de prueba suficientes aún de manera circunstancial que permitan acreditar el hecho".

El Estado mexicano ha utilizado con anterioridad acusaciones penales para descarrilar a aspirantes políticos. Esto lo afirma el propio López Obrador, quien enfrentó un proceso de desafuero en 2005 tras desacatar, como jefe de Gobierno del Distrito Federal, un fallo de un tribunal. Solo que Fox no presentó después acusaciones formales contra AMLO.

Hoy la FGR prepara, al parecer, acusaciones contra Anaya basadas en afirmaciones de un testigo beneficiado que dice lo que el gobierno quiere escuchar. La venganza sí parece ser el fuerte de López Obrador.

 

· EL CIERRE

 Se ha extendido nuevamente, ahora hasta el 21 de septiembre, el cierre de la frontera terrestre con Estados Unidos. La medida no tiene sentido sanitario, porque se aplica solo a mexicanos y no a estadounidenses. Es un triunfo de las ideas antimexicanas de Donald Trump, ratificadas por Joe Biden.

@SergioSarmiento

jueves, 19 de agosto de 2021

Si hubiera dignidad...

La falta de dignidad que prevalece en el gobierno y en el régimen que quiere instalar el Presidente es notable entre quienes asumen una subordinación de esclavo.

Raymundo Riva Palacio, agosto 19, 2021

Si hubiera dignidad en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ¿cuántas funcionarias y funcionarios habrían renunciado? ¿Cuántos de sus cercanos habrían roto con él?

La secretaria de Educación, Delfina Gómez, habría sido la última en presentar su renuncia tras la descalificación que le hizo el Presidente por la carta responsiva de padres de familia para el regreso a clases.

La primera habría sido la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, por quitarle tareas y responsabilidades que atañen directamente a su cargo, permitiendo que la pisoteara de manera permanente.

El secretario de Salud, Jorge Alcocer, tendría que haberle puesto un alto e irse al haberlo convertido en una figura decorativa en el tema de mayor relevancia durante el sexenio, el manejo de la pandemia del coronavirus.

El secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis, a quien le han ido adelgazando su secretaría y enviando sus funciones a las Fuerzas Armadas.

La secretaria de Bienestar Social, Luisa María Albores, a quien enciman funcionarios para que hagan su trabajo, como recientemente sucedió con los Tianguis del Bienestar, cuya responsabilidad cayó en la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, quien antes administró la vacunación en la frontera norte, que tampoco es parte de sus atribuciones, sin hacer el trabajo por el cual le pagamos los contribuyentes.

Arturo Herrera jamás habría llegado al momento en que se abriera la posibilidad de ir al Banco de México, pues como secretario de Hacienda el Presidente lo desmintió y descalificó, dejándolo en ridículo. Alfonso Romo, su jefe de Oficina de la Presidencia, permitió descolones y sabotajes, aunque nada tan humillante como la forma como lo exhibió ante el sector empresarial cuando le garantizó que se mantendría la obra del aeropuerto en Texcoco, que finalmente canceló.

López Obrador no tiene filtros ni contención. Lo que no le gusta porque no está en la mecánica de su pensamiento, lo fulmina. Ayer sucedió con Gerardo Esquivel, que dejó la Subsecretaría de Hacienda para ir como subgobernador del Banco de México, para apoyar el proyecto presidencial, y para quien no tuvo consideración alguna porque tras precisar correctamente que las líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional al Banco Central no podía utilizarlas el Presidente para pagar deuda pública, lo tachó de “ultratecnócrata” y, por tanto, lo hizo su enemigo.

El Presidente no es solamente injusto con los suyos, a quienes lastima de manera constante sin importarle nada. Lo hace públicamente, donde duele más, linchándolos ante la opinión pública, mostrando una posición radical, pero, sobre todo, demostrando que nadie salvo él importa, y que lo único que puede ser es lo que cree y la forma como ve su entorno y el mundo.

Ha regañado al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, porque le transmite las molestias de Estados Unidos por declaraciones que el mismo Presidente hace, o a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que se comporta más como colaboradora que funcionaria independiente, como sucedió hace unos días, cuando la increpó de por qué la identidad de la capital federal no tenía el color de Morena.

Al Presidente no le importa si la forma como actúa con sus colaboradores tendrá consecuencias negativas o abrirá la puerta a problemas, como podría suceder con la secretaria de Educación, quien, ante el indeseable, pero probable contagio de un menor en el regreso a clases, será la responsable única de ello porque así lo decidió ayer el Presidente. O con Rodríguez, que tendrá que responder por qué la violencia no ceja, ni atiende su tema, porque está metida en otras tareas que le encargó López Obrador.

Si hubiera dignidad habrían renunciado, roto con él o, cuando menos, mostrado distanciamiento, sobre todo en aquellos casos donde orgánicamente no dependen del Ejecutivo federal. No la hay porque no existe ética institucional en el servicio público y prevalecen más los intereses particulares y las ambiciones políticas. Pero en el individualismo del que abusan, pese a lo ignominioso con lo que está pavimentado el camino hacia sus objetivos personales, hay una responsabilidad por la cual llegará el momento en que rindan cuentas.

Su subordinación acrítica, que no es el trabajo institucional que se debe tener, produce una ausencia de contrapesos internos en el gobierno que le permite al Presidente hacer lo que se le venga en gana, aun cuando esto vaya en contra de él, de su gobierno y de su proyecto. La aceptación de los caprichos presidenciales, que a veces están por encima de las leyes, repercute sobre la sociedad y tampoco le ayudan a López Obrador.

El país va mal en economía –el rebote no será suficiente para llegar a los niveles prepandémicos–, no puede darle la vuelta a la violencia, ni tampoco ha reducido la pobreza o achicado la desigualdad. El Presidente puede ser el primer responsable, como jefe del Ejecutivo, pero todos quienes agachan la cabeza cuando ordena cosas, aun las que saben que está mal, son culpables por omisión. Renunciar, como hicieron Carlos Urzúa en Hacienda, Germán Martínez en el Seguro Social, o Jaime Cárdenas del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, en protesta por la forma como se estaban conduciendo los asuntos de gobierno, ayudaría a controlar los impulsos mercuriales del Presidente y a matizar sus decisiones, en caso de que no las rectifique.

Lamentablemente eso no va a suceder. La falta de dignidad que prevalece en el gobierno y en el régimen que quiere instalar el Presidente es notable entre quienes asumen una subordinación de esclavo, le tienen terror al temperamento de López Obrador, o entre quienes creen que el costo de tragar sapos es menor al beneficio de sus ambiciones políticas. La dignidad es una cualidad que subraya el respeto a sí mismo y pone un alto a la humillación. El déficit de dignidad que hemos visto dentro el gobierno y entre los cercanos de López Obrador no se va a olvidar cuando llegue el tiempo de rendir cuentas.

Borren a España, destruyan a México

Juan Miguel Zunzunegui en MURAL

19 Ago. 2021

Borremos el pasado, cambiemos la historia, repudiemos lo que somos. Neguemos a Colón y a Cortés, olvidemos que cien mil indígenas se aliaron al mal llamado conquistador contra la tiranía mexica, y comenzaron con ello la conformación del país que somos, el país resultado de la unión y el triunfo.

Sólo hay un México que existe y es susceptible de ser amado. Éste, el que es resultado de que todo haya pasado exactamente como pasó; el México nacido de que Hernán Cortés y los pueblos del altiplano hayan derrotado a sus opresores. Ahí comenzó a nacer el hermoso mestizaje que somos.

Borremos a España y lo español de nuestra memoria, erradiquemos todo lo que apeste a España, y con ello la mitad hispana de nuestro mestizaje. Si odias a Cortés y repudias la mal llamada conquista, sé congruente y elimina de tu vida y tu cultura mexicana todo aquello que incluya lo español:

No vuelvas a escuchar un mariachi ni a cantar rancheras. Di adiós a los boleros, los sones y los huapangos, al pasito duranguense y a la música norteña. Que no vuelva a sonar ningún instrumento llegado de España.

No vuelvas a tomar tequila o mezcal, elaborados con el abominable proceso de destilación que trajeron los españoles. Adiós al mole, creado en los conventos virreinales de Puebla y Oaxaca. Derribemos todos los conventos y monasterios que esos odiosos gachupines nos dejaron, detonen todas las catedrales de su abominable Dios que no exige sacrificio humano o canibalismo ritual, cerremos para siempre todos los pueblos mágicos que apestan a virreinato.

Que se cancele de una buena vez y para siempre la Guelaguetza, llena de bailes y trajes virreinales. Quede abolido el pan, ese alimento diabólico llegado de Europa, y con él se vayan la nata, la crema, la leche y los quesos. Que nunca un mexicano vuelva a comer alimentos imperialistas.

Nunca más un queso Oaxaca en nuestro soberano y orgulloso territorio que no tenía lácteos. Adiós al taco al pastor y a la cochinita pibil, nunca más un jugo de esas asquerosas naranjas que llegaron en la Nao de China, al igual que los abominables mangos de Manila, fruto de la conquista, y que se suprima el traje de China Poblana.

Declaremos la abolición del nefasto deporte nacional, la charrería, porque no la tendríamos sin España. De hecho, saquemos del pacto federal a todos los estados del centro del país, tan llenos de charros, de caballos, de tequila, de vino, de ganado en general, de iglesias, conventos y haciendas. Expulsemos todo lo que apeste a España.

Nunca más una copla ni un son, que no vuelva a sonar José Alfredo o Cuco Sánchez, que nunca más se baile el Jarabe Tapatío. Ninguno de esos ritmos mestizos es digno de nosotros los mexicas.

Nos toca reaprender la forma de contar, pues el sistema métrico decimal es una imposición imperialista, volvamos a nuestra base de veinte, dejemos el calendario conquistador que usamos. Se acaba para siempre la Navidad, nada de poner nacimientos, y corramos para siempre a los Reyes Magos, nunca más un pan de muerto o una rosca; y desde luego, nada de descansar en Semana Santa.

Quede abolida para siempre la religión católica, junto a cualquier otro cristianismo, y desde luego, expulsemos para siempre el peor símbolo de la conquista: la virgencita de Guadalupe.

Que nunca más sea leída Sor Juana, engendro virreinal, y que con ella se marchen todos los imperialistas que escribieron y pensaron en la lengua de Castilla. Que se quemen los libros de Octavio Paz y Carlos Fuentes, que se quemen de hecho todos los libros escritos en el infamante idioma de Cortés. Que el Espíritu deje de hablar por nuestra raza, que se cierre la universidad y El Colegio de México, que se vayan los hijos del exilio en la Guerra Civil.

Que España sea borrada de México y que nadie más se exprese en su lengua. Impongamos el náhuatl en 130 millones de mexicanos malinchistas. Que se dinamite el Palacio Nacional, construido por Cortés y sede de virreyes, que se destruya la catedral cuya primera piedra puso el conquistador, que caigan todos los templos, que se destruya todo lo que sea barroco o neoclásico, que sea eliminado el Estado de Puebla y el de Oaxaca, que separemos Yucatán de nuestro país.

Que no haya nunca más una fiesta a Santos Patronos, y que Jesús sea borrado de la memoria nacional, que se acaben los bailes en Chalma y nos olvidemos para siempre de la Basílica y las peregrinaciones. Que se le saque el corazón a todo aquel que vuelva a pronunciarse en español.

Que no quede huella del paso de España por estas tierras. Destruyamos de una buena vez y para siempre el fruto más hermoso que los conquistadores dejaron en América: MÉXICO. Que se vaya de este suelo todo aquel que no sea cien por ciento indígena, que sea eliminado todo aquel con ancestros españoles. Borren a España, destruyan a México.

El autor es escritor y pensador mexicano. Maestro en Materialismo Histórico por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en humanidades. @JMZunzu

 

lunes, 16 de agosto de 2021

Las vacunas… se perdieron

 Nadie sabe en el gobierno dónde están millones de vacunas por las que la Secretaría de Hacienda desembolsó 44 mil millones de pesos.

Raymundo Riva Palacio agosto 16, 2021 

Ante la pregunta planteada en esta columna el viernes pasado sobre por qué, si había 18 millones de vacunas anti-Covid almacenadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador seguía pidiendo al presidente Joe Biden ayuda con dosis y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, continuaba de compras en el mundo para alcanzar la inmunización, ya hay una respuesta de funcionarios federales: se perdieron. Nadie sabe en el gobierno dónde están millones de vacunas por las que la Secretaría de Hacienda desembolsó 44 mil millones de pesos, pero tampoco, por si lo primero no fuera suficiente, se ha iniciado una investigación para rastrear qué sucedió, deslindar responsabilidades y castigar a los culpables de esta negligencia criminal.

La pelota de las vacunas, que ha sido motivo de discusión en varias reuniones en Palacio Nacional, se la echan las secretarías de Relaciones Exteriores, que las compra y las trae a México, y la Secretaría de Salud, que las recibe, planifica la vacunación y las distribuye a través del Ejército. La ruta, aunque requiere de una compleja logística de distribución –donde los militares son de gran ayuda–, está rota porque millones de vacunas que afirma la Cancillería compró, no aparecen. La Secretaría de Salud debería de tener el registro, pero las dotaciones que dice Relaciones Exteriores que le entregó, no parece tenerlas en sus inventarios.

Hay un verdadero desastre en el gobierno con el tema de las vacunas, donde en este momento no se sabe si Ebrard ha hecho las cosas de acuerdo como lo informa semanalmente a la población desde Palacio Nacional, o si Hugo López-Gatell, el subsecretario a quien el Presidente le encargó toda la estrategia relacionada con la pandemia del coronavirus, volvió a cometer los errores por los cuales lo despidieron en el gobierno de Felipe Calderón, cuando su equipo fracasó en el manejo de la pandemia de la influenza, donde por su mala interpretación de la información dio una alerta tardía sobre la enfermedad, con lo que demoró la toma de decisión del gobierno.

La incompetencia de López-Gatell se detalló en este espacio desde el 13 de marzo del año pasado, cuando tenía impresionado a López Obrador, convencido al gabinete y empezaba a cautivar a la opinión pública con una verborrea que duró bastantes meses antes de empezar a caer ante los mexicanos y dentro del ánimo del Presidente, que hoy lo maltrata en las reuniones de gabinete, pero no va a despedir porque eso sería el equivalente a admitir que se equivocó y que hay crisis en la estrategia. Primero que aumenten los muertos, a reconocer errores, es la racional dentro de Palacio Nacional, siguiendo la forma como piensa el Presidente. Pero aun con la ineptitud del zar del coronavirus, no está del todo claro si el origen del problema es culpa de él.

Hay anomalías en la forma como la Secretaría de Relaciones Exteriores ha estado realizando las compras. Ebrard encargó la tarea a la subsecretaria de Asuntos Multilaterales, Martha Delgado, muy cercana a él desde hace años, quien viajó por el mundo negociando la compra de vacunas y, en algunos casos, acompañando los cargamentos. Los primeros envíos fueron transmitidos en vivo, un ejercicio para proveer de certidumbre a los mexicanos, y varias veces Ebrard encabezó una pequeña delegación de secretarios de Estado que llegaban a darle la bienvenida a cajas. En algunos momentos, como sucedió con envíos de CanSino, hasta el embajador de China fue al aeropuerto. La llegada de vacunas del mundo a México siempre es anunciada, junto con el número de dosis que se enviaron, la marca de la vacuna y su procedencia.

Sin embargo, de acuerdo con testigos, ha habido ocasiones en que los datos que proporciona la Cancillería no corresponden con el manifiesto que entregan los pilotos de las naves. A veces el número de vacunas en los contenedores no corresponde al total anunciado por el gobierno; en ocasiones ni siquiera tienen vacunas, y en otros casos, los envíos vienen de lugares diferentes de donde presuntamente habían salido los paquetes. López-Gatell, que siempre envía funcionarios de Salud a la llegada de esos vuelos, parece que desconoce estas irregularidades en algunos cargamentos.

¿Qué tantas vacunas que se informó que arribaron, nunca pisaron territorio mexicano? Realmente nadie sabe. Tampoco se conoce de algún reclamo directo y en privado de los fabricantes de las vacunas, lo que permite suponer que quizá las empresas también desconocen que hay anomalías en lo que entregaron. Pero ¿pueden ser tantos desvíos como para llegar a 18 millones de vacunas de las que no hay registro dónde están? No se sabe ni siquiera dentro del gobierno. Cuando comenzaron las críticas en los medios sobre la presunta pérdida de vacunas a mediados del mes pasado, López-Gatell afirmó que no había ninguna pérdida, que todas estaban “perfectamente identificadas y sabemos dónde están y en qué momento se están aplicando”.

Por las discusiones en Palacio Nacional en las últimas semanas, López-Gatell volvió a desinformar o a mentir, porque la realidad marcó otra cosa, y de ahí la continuidad en las compras de vacunas y la petición de López Obrador a Biden por varios millones de dosis. También es posible, por el caos de la Secretaría de Salud en el registro de las vacunas que llegan a México, que como sucedió en 2009, el zar del coronavirus no tenga idea de lo que sucedió bajo su dirección.

López-Gatell está cargando hoy en día con las culpas de las vacunas desaparecidas, pero podría no ser un problema sólo suyo. Urge una auditoría sobre cuántas vacunas realmente han llegado a México y hacer una compulsa entre los manifiestos de los pilotos y la información de Relaciones Exteriores, para esclarecer el destino que tuvieron. También es apremiante que dejen de mirarse unos a otros y preguntarse dónde quedaron las vacunas en las reuniones de gabinete, y recordar que mientras continúen pasivamente sus discusiones endogámicas, seguirán muriendo mexicanos afuera de Palacio Nacional.

miércoles, 11 de agosto de 2021

No contamos con el Presidente

 El gobierno no va a defender a periodistas ni medios de comunicación –como tampoco lo ha hecho con la ciudadanía– porque son sus enemigos.

Raymundo Riva Palacio, Estrictamente Personal, agosto 11, 2021 |

El narcotráfico tocó la puerta de los medios de comunicación en la Ciudad de México, por años resguardados por una burbuja porque sabían que cualquier intento de atacarlos tendría consecuencias negativas para las organizaciones criminales, al enfrentar a más de 130 mil policías locales y federales y más de un centenar de policías privados, además de soldados y marinos que aquí tienen sus principales bases. El blindaje fue horadado este lunes con la amenaza del cártel más violento, directa contra Azucena Uresti, la más importante conductora de Milenio Televisión, a Milenio mismo, a El Universal y a Televisa.

La amenaza vino en el mismo formato como se envían mensajes los criminales, mediante un video para intimidar e inhibir la cobertura que las organizaciones periodísticas sobre el conflicto en la Tierra Caliente michoacana. En una carta abierta titulada En defensa de la libertad de expresión, un grupo importante de medios, varios de ellos de gran penetración e influencia en el país, señalaron:

“Los grupos que lanzan esta amenaza saben que pueden hacerlo por la impunidad que gozan quienes durante años han intimidado a periodistas y medios de comunicación sin que ninguna autoridad, pasada o presente, los haya frenado o sancionado. En muchas regiones del país, acciones como ésta han sido preámbulo para más ataques o amenazas contra periodistas, convirtiéndolas en virtuales zonas de silencio”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ni siquiera volteó a verlos. El martes se refirió únicamente a las amenazas contra Uresti, reduciendo la intimidación en ella, ignorando a los equipos de televisión y reporteros de Milenio que son parte de los señalamientos criminales, así como de sus colegas de El Universal y Televisa, quienes también fueron identificados como blanco. Pero ni así fue afortunada la posición del Presidente.

Se ‘solidarizó' con la periodista, como si, como cabeza del Estado mexicano, no tuviera una responsabilidad más allá que un gesto empático. Sí admitió que era responsabilidad del gobierno velar por la seguridad de ella y de los mexicanos, pero no formuló condena –usó la palabra reprobar– alguna ante la afrenta, ni hizo un pronunciamiento que apuntara hacia una investigación sobre cómo, cuándo y dónde se realizó la videoamenaza, y llegar a sus responsables.

Nada nuevo en la postura del Presidente. El gobierno no va a defender a periodistas ni medios de comunicación –como tampoco lo ha hecho con la ciudadanía– porque son sus enemigos. No lo son, como lo ha demostrado con hechos, los cárteles de la droga. Si es por diseño, estrategia, miedo, interés, casualidad o causalidad, es la realidad. Los narcotraficantes le merecen todo el respeto al Presidente; a periodistas y medios los clasifica como adversarios y diariamente los ataca, hostiga e intimida.

En este clima de hostilidad contra los medios, de ataques sistemáticos por parte del Presidente, permanentemente alimentado en sus odios por sus cercanos, ¿qué podemos esperar? Las amenazas de las organizaciones criminales contra periodistas y medios en la Ciudad de México son consecuencia natural de la falta de combate a los delincuentes, aunque en esta ocasión se cruzaron con lo que lleva algunas semanas construyendo su gobierno: un acuerdo de pacificación con los cárteles de la droga. En la Tierra Caliente michoacana, donde surgieron estas amenazas, funcionarios del gobierno han estado tratando de que se sienten a la mesa dos cárteles antagónicos, junto con autodefensas, para alcanzar la paz.

Estos intentos les dan una interlocución a los cárteles de la droga, como en otros momentos les han dado algunos gobiernos a movimientos armados, aunque hay una diferencia sustancial. Los movimientos armados pelean por una causa y un cambio político; los cárteles matan, intimidan, compran o amenazan, para cuidar y expandir su negocio. Ningún gobierno concede beligerancia a una organización criminal. López Obrador es diferente.

No es nuevo que este gobierno busque pactar la paz con los cárteles de la droga. El defenestrado subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, estableció los primeros puentes entre las organizaciones criminales y Palacio Nacional, al hablar con autorización del Presidente con organizaciones tamaulipecas vinculadas al Cártel del Golfo, y con otras michoacanas vinculadas al Cártel del Pacífico. La mesa de negociación en Tierra Caliente que se está trabajando es un nuevo estadio en esta peculiar relación con la delincuencia organizada.

López Obrador, que ha dicho a los suyos que ésa es la ruta para que se acabe la violencia, está equivocado. Ninguna negociación con el gobierno que signifique sólo abrazos sin balazos, llevará a la pacificación, porque carece de incentivos para sus propósitos. Su idea de administrar el narcotráfico está equivocada desde el mismo diagnóstico de lo que significa ese negocio criminal. Pero al mismo tiempo, la apertura hacia los delincuentes ha ido acompañada de un ataque sistemático contra periodistas y medios, que genera la percepción entre los criminales de que comparten enemigos, y un ataque contra el gremio será favorecido con la impunidad, construyendo las condiciones para estas amenazas.

López Obrador ha sido el arquitecto de la impunidad criminal, al no perseguir ni contener a los cárteles de las drogas y sus sicarios, que han provocado que en su sexenio 43 periodistas hayan sido asesinados, de acuerdo con las cifras de la Secretaría de Gobernación, que han convertido a México en el país más peligroso para la prensa, donde la delincuencia organizada y el gobierno piensan lo mismo de medios y periodistas: son un estorbo. Los criminales los matan y el Presidente busca destruir sistemáticamente reputaciones y su aniquilación social. Los primeros quieren callar a balazos a medios y periodistas; el Presidente mediante la previa censura.

En su desplegado, los medios señalan que son tiempos de garantizar la libertad de expresión y fortalecer la democracia, sin debilitarlos con estigmatizaciones. El grito se lo llevará el viento. De este gobierno no se puede esperar nada. Ya lo sabemos, estamos solos. Tampoco es nuevo, salvo que antes la confrontación era contra gobiernos y hoy, medios y periodistas enfrentamos aliados tácticos, gobierno y criminales.

Otra de lacayos

La actitud lacayuna de Corral no es desconocida para quienes se han topado con él en la vida pública: siempre agacha la cerviz antes de soltar la puñalada por la espalda, dice Juan Ignacio Zavala.

Juan Ignacio Zavala agosto 11, 2021 

“Chihuahua es un pueblo muy grande para tan poco gobernador”, dijo en 2018 el ahora Presidente refiriéndose a Javier Corral, gobernador de ese estado. El tiempo pasa y la política modera los tonos, se cambia conforme va el aire. Ahora que el gobernador se va del puesto se humilló ante el poderoso Presidente, el que le dijo poca cosa, y se deshizo en elogios al mandatario, pidió valorar el liderazgo de AMLO y evaluar con justeza los alcances de los objetivos del proyecto presidencial y denunció que, con tal de criticar a López Obrador, ha salido nuevamente “el fantoche del comunismo por parte de quienes se oponen a la 4T”, que se debe hacer a un lado “la irracionalidad política”, “la explotación del miedo” y ver la “dimensión de los logros” presidenciales.

Pero bueno, como bien dijo López Obrador aquella ocasión en Delicias, " el gobernador Corral engaña a los que no lo conocen”. El chihuahuense está a punto de dejar su partido, se dice que va a Movimiento Ciudadano –como si ese partido necesitara cascajo– o que se va al gobierno del Presidente. Cualquier camino que implique alguna traición, lo tomará. De cualquier forma, la actitud lacayuna de Corral no es desconocida para quienes se han topado con él en la vida pública: siempre agacha la cerviz antes de soltar la puñalada por la espalda.

La sumisión se premia, ya sea en la embajada de España, donde un esbirro del canciller Ebrard difama y corre a un escritor de prestigio que se atrevió a decir lo que piensa, o en Chihuahua con la mirada complaciente del Presidente ante la postración degradante del que fuera opositor. En un artículo titulado La república de los lacayos (Reforma 09/08/21), Jesús Silva Herzog dice que el gobierno federal se dibuja como una república de lacayos, “un gobierno que ha convertido en tapete a los prestigios que llegó a convocar; que bloquea cualquier brote de inteligencia para no incomodar al hombre de las irrebatibles ocurrencias”. No sabemos si Corral ha sido convocado, pero sí que ya se puso de tapete.

No debe sorprender el envilecimiento público de Javier Corral. Es el gobernador peor calificado de todos. En una encuesta realizada por México Elige, Corral aparece en último lugar ¡debajo de Cuauhtémoc Blanco! Al gobernador chihuahuense lo rechaza el 75% de sus gobernados. Apto para la polémica, inepto para gobernar, hombre de traiciones y rencores, dominado por sus fobias, Corral es la viva imagen del merolico ilustrado y ahora del servil dispuesto a todo por un elogio del Presidente.

En La república de los lacayos, dice Silva Herzog, se exige “una ostentosa identificación con los dictados, las frases, las antipatías y los afectos del Señor”. Apunte usted en esa fila de alegres lacayos al próximo exgobernador de Chihuahua.