sábado, 25 de abril de 2020

El error es nuestro, no del Presidente

RICARDO ALEXANDER MÁRQUEZ


• No tiene malas intenciones, pero sí malas ideas.

25 de Abril de 2020

A estas alturas, resulta necesario sincerarnos y aceptar que el error es nuestro, no del Presidente.

Cuando anuncia que va a presentar un plan para salvar la crisis económica por la que atraviesa el país, y escuchamos con atención y esperanza su mensaje —lleno de lugares comunes y sin fondo—, el problema es de nosotros, no del mandatario.

Al esperar que cambie su actitud frente a los empresarios —esa “mafia” que genera empleos y paga impuestos con los que el mandatario cubre sus programas sociales— y empiece a verlos como aliados, en lugar de como enemigos, el error es nuestro.

Mientras expresamos que no estamos de acuerdo o compartimos opiniones por la manera en que está tomando decisiones, con la idea de que —eventualmente— recapacite, pues es necesario para que pase a la historia como ese “buen presidente” al que dijo aspirar al ganar la elección, los que nos estamos engañando somos nosotros.

Nos equivocamos en pensar que el Presidente cambiará —o por lo menos ajustará— la estrategia de seguridad, mientras acabamos de vivir —en plena pandemia—, el mes más violento en la historia del México moderno.

El problema es de nosotros al ver que quiere destruir todas las instituciones democráticas que ha costado sangre y sudor construir por décadas. Igual cuando lo vemos crear —a nivel constitucional— una red clientelar que apoye su proyecto de gobierno.

El error es nuestro, que nos resistimos a ver que no hay posición ni poder del Estado, que no quiera controlar.

Nosotros nos equivocamos por pensar que va a recapacitar y olvidar las inútiles obras faraónicas del sexenio —Tren maya, Dos Bocas, Santa Lucía—, cuando la realidad es que, aunque se canse el ganso, y queden inconclusas, van a seguir. Qué le importa tirar miles de millones de pesos a la basura, como con la cancelación del aeropuerto de Texcoco o la cervecería de Constellation Brands, en Baja California.

Que dejará de atacar a la prensa crítica —“conservadora”, como él la llama— y que los aplaudidores del régimen —Ackerman, Epigmenio, Gibrán— dejarán de alabar, ciegamente, a su líder.

Que existe la posibilidad de llevar a buen puerto a nuestro país en 2024. A ese México que hoy está peor, en todos aspectos —economía, seguridad, salud—, que antes.

Al final, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Somos nosotros lo que no entendemos que él no entiende y no va a entender. Que no tiene malas intenciones, pero sí malas ideas. Que no escucha a nadie. Que su visión de país no se ajusta a la realidad y no hay manera —lógica— de que logre buenos resultados. Que no es posible que, con su liderazgo, México tenga crecimiento económico o se creen empleos, y menos dos millones.

El Presidente “ni nos ve ni nos oye”, y cuando lo hace, nos critica y tacha de “neoliberales”, así como sus aplaudidores. Los “otros datos” son los que importan. Basta ver sus cifras “oficiales” —de homicidios, económicas, sobre la pandemia— para ver que la verdad y la metodología están al final de las prioridades del gobierno.

Nosotros nos equivocamos cuando escribimos líneas como estas con el fin de que el Presidente abra los ojos y cambie de opinión. No hay que engañarnos, la realidad es otra, y mientras no lo entendamos, no podremos empezar a vislumbrar soluciones.



           *Maestro en Administración Pública

           por la Universidad de Harvard

           y profesor de Derecho Constitucional

           en la Universidad Panamericana.

                Twitter: @ralexandermp

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