ENRIQUE ARANDA
11 de Marzo de 2020
Al tiempo que se multiplican versiones según las cuales actores relevantes del lopezobradorismo más radical vinculados a gobiernos locales, más que a nivel federal, habrían no sólo organizado, sino financiado incluso, a una parte, al menos, de las activistas que, embozadas, realizaron toda suerte de actos vandálicos durante las marchas realizadas en una veintena de ciudades por el Día Internacional de la Mujer, se acrecienta el riesgo de una confrontación entre el gobierno de la 4T y la Iglesia católica.
En las últimas horas, en efecto, a la vista toda suerte de testimonios y/o videos que evidencian el embate de feminazis pro aborto en contra de templos y centros de culto ante la mirada complaciente y el cómplice retiro de agentes desplegados para, presuntamente, salvaguardar los recintos, integrantes del primer nivel de la jerarquía católica iniciaron no sólo la denuncia de ataques y la comisión de actos sacrílegos en, al menos, cinco catedrales —Campeche, Hermosillo, Veracruz, Zacatecas y, claro, en la Ciudad de México—, sino, también, la cuantificación de daños —“millonarios en algunos casos”— y la exigencia de identificación y castigo de los responsables ante autoridades, municipales y estatales en un primer momento.
Y esto, porque a nadie deja de sorprender que, en la capital al menos, mientras las fuerzas del orden —la cuestionada e ineficaz Claudia Sheinbaum y su homóloga, la fiscal carnal Ernestina Godoy, incluidas— pasaron por alto y aún ayer pretendían minimizar actos vandálicos, como pintas y la destrucción intencionada —a golpe de marro— del patrimonio histórico, Palacio Nacional incluido e inmuebles privados, así como la detonación de bombas molotov y uso de solventes que causaron lesiones a, al menos, seis personas —la fotógrafa Berenice Fragoso, de El Universal, entre ellas—, media docena de activistas católicos que se habían apostado a las afueras de Catedral, un menor incluido, fueran detenidos y recluidos, hasta la tarde-noche de ayer, acusados de “retar y hostigar” a cientos, miles de marchistas que, de manera violenta, antes, les habían despojado y destruido mantas colocadas sobre el enrejado con la leyenda “aborto, primer feminicidio”.
En la Ciudad de México, desde la noche del domingo, junto a dirigentes y miembros de organizaciones católicas, elementos del arzobispado que lidera el cardenal Carlos Aguiar Retes, iniciado el formal reclamo a la administración por el obvio incumplimiento de acuerdos asumidos para salvaguardar templos y otros sitios de culto y, claro, la preservación de la paz y garantía del particular derecho a la libre manifestación y expresión de unos y otros.
La tensión entre el gobierno, pues, y la jerarquía eclesiástica, tiende a escalar, como tiende a escalar la confrontación entre las partes… ante la ausencia de la autoridad o, peor, el sesgo cómplice en favor de alguna por parte de ésta…
ASTERISCOS
* Al inicio del proceso de depuración del listado de aspirantes a ocupar una de las vacantes de consejero que en abril habrá en el Instituto Nacional Electoral (INE), veinte de los 390 inscritos fueron purgados ya por sus vínculos partidistas: dos morenas —la queretana “aspirante a todo y ganadora de nada” Celia Maya y Teresa Reyes— un priista y un panista…
Veámonos el viernes, con otro asunto De naturaleza política.
Esperamos tus comentarios y aportaciones a informaveraz@gmail.com
miércoles, 11 de marzo de 2020
martes, 10 de marzo de 2020
El pasmo frente a la epidemia
Enrique Quintana, El Financiero, 10 marzo 2019.
No sobra decir, una y otra vez, que la vida ya es otra después de la epidemia del COVID-19.
No obstante, hay varios gobiernos que consideran que son exageradas las medidas para evitar la propagación del virus.
Incluya entre ellos al de Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, y también al presidente López Obrador.
Se trata de una apuesta de muy alto riesgo.
En efecto, no sabemos hasta qué punto se vaya a propagar el coronavirus. Ni tampoco la velocidad a la que lo vaya a hacer. Pero, la realidad, es que países como Italia impusieron las máximas restricciones hasta que la enfermedad se convirtió en una crisis. ¿Nos arriesgaremos a ello?
En este momento no hay cura ni tampoco vacuna.
La única manera de impedir la propagación del virus es a través de la reducción de los contactos entre la población… con todo lo que ello implique.
China logró un gran éxito al impedir que el coronavirus creciera más entre diversas regiones de su país. Eso, sin embargo, se hizo al precio de aislar a la población y a provincias, incluso, económicamente muy activas. Pronto veremos que el costo ha sido generar el peor momento económico del país desde la muerte de Mao Zedong, hace 44 años.
Ahora que la mayor parte de los nuevos contagios están fuera de China, el mayor de los desafíos es impedir que la propagación siga a los ritmos de las últimas semanas.
En los últimos siete días, los casos ante el coronavirus fuera de China se triplicaron y llegaron a 30 mil en números redondos.
De mantenerse esta tasa, en una semana habría tantos casos fuera de China como en China.
La verdad es que no sabemos ni las repercusiones en materia de salud ni las implicaciones en la vida económica y social, como resultado de lo que más pronto que tarde habrá de caracterizarse formalmente como una pandemia.
Resulta risible que la OMS siga deshojando la margarita y valore si declarar esta enfermedad como una pandemia cuando ya está en más de 100 países.
No hay precedentes en la historia contemporánea de un caso semejante. Estamos frente a un hecho inédito cuyas repercusiones aún no conocemos.
La última ocasión que tuvimos un problema de esta magnitud, el mundo era otro. Fue allá en el año de 1918, con la gripe española.
En ese entonces, menos del 0.1 por ciento de la población mundial viajaba en avión. Si se propagó la enfermedad fue debido a la guerra.
La circunstancia en el siglo XXI es radicalmente diferente. Los expertos dicen que ahora la epidemia sigue a los vuelos, como si fuera su sombra. Limitarla implica parar la movilidad.
Estamos en un terreno inédito.
Como le hemos comentado desde hace algunas semanas, estamos dando pasos en la oscuridad.
El problema es que algunos gobiernos imaginen que tienen la situación controlada.
Creo que el gobierno de Donald Trump va a tener su peor crisis por su incompetencia para manejar la propagación del virus.
En México, el problema es que parece que nadie tiene la autoridad moral para advertir al presidente López Obrador que está jugándose el futuro de su gobierno con el manejo que ha hecho respecto a la epidemia.
Los expertos saben que los siete casos detectados en México son una broma. Podría haber ya decenas o centenas de casos confirmados si se estuvieran haciendo las pruebas que se hacen en otras latitudes.
Estamos en el umbral de un grave riesgo, y parece que ni nos damos cuenta.
jueves, 5 de marzo de 2020
El cielo gratis vende
Jorge Suárez-Vélez en MURAL 05 Mar. 2020
Me llama la atención el decidido apoyo que los jóvenes estadounidenses le han dado al populista Bernie Sanders quien, de hecho, se parece mucho a AMLO. Como dice David Brooks (https://nyti.ms/2TqJrim) "no es un político que busque poder a partir de construir alianzas, de trabajar dentro del sistema constitucional, y que busque compromiso dentro de una sociedad plural y compleja. Él cree en la pureza ideológica y en que una vez que se gana una elección, la mayoría debe arrasar y dominar; él personifica la rabia, la amargura y la polarización como medios para manifestar su odio por quien cree se le opone". Brooks dice que "un líder populista no puede cambiar de opinión porque la omnisciencia del líder carismático jamás debe ser puesta en duda. Si los hechos no encajan con el dogma, éstos deben ser ignorados". Como dice The Economist, Sanders "cree que está moralmente en lo correcto, por lo que pone el fin por encima de los medios", es "un mojigato divisivo... que cree que todos los males en el mundo se deben a los billonarios y hombres de negocio...". Su larga carrera en el Senado fue infecunda justo por la misma incapacidad para construir alianzas que le costó una amarga derrota en la primaria demócrata del Súper Martes.
Sanders ha encandilado a los jóvenes inventando su propia realidad, donde la salud, la educación universitaria son gratis. Cree necesario expandir el Estado, regular más la inversión privada y forzar a que 20% del capital de las empresas se les regale a los trabajadores; está contra el libre comercio; la energía nuclear y el fracking, a pesar de que éste hizo a EU el mayor productor de energéticos del mundo, y ha permitido reducir gases invernadero más que en Europa, gracias al uso masivo de gas natural.
Sanders, como lo ha hecho Morena, pone a los países escandinavos como ejemplo "socialista" de provisión universal de salud y educación. Pero, selectivamente ignora hechos importantes. Como dice Fareed Zakaria (https://wapo.st/3atngPz), Suecia y Noruega tienen más billonarios per cápita que Estados Unidos. Hoy, esos países son incuestionablemente capitalistas. Uno de los principios esenciales de su modelo parte de un mercado laboral f lexible, donde se puede despedir a un trabajador sin liquidación o litigio. No hay salario mínimo como tal. Creen en el libre comercio, redujeron carga regulatoria y se enfocaron en aumentar la competitividad de sus empresas. Y sí, hay una amplia red de apoyo estatal de servicios, salud y educación, pero se paga con impuestos elevados. En Dinamarca, la tasa máxima de ISR es de 55.9%, y se alcanza a partir de 1.3 veces el ingreso promedio nacional (eso equivaldría como a 7 mil pesos mensuales en México). El peso de la recaudación recae en la población menos af luente y en la clase media, pues la tasa promedio de IVA en el norte de Europa es 25%. 1/5 de la recaudación total proviene de éste. Según la OCDE, el 10% más rico de los estadounidenses pagaba 45% de la recaudación total en 2008, en los países nórdicos 26%.
Sanders insiste en la creciente polarización del ingreso en Estados Unidos, pero estudios recientes (https://bit.ly/2VLXRwk) muestran que si se incluyen las reservas del Seguro Social, la desigualdad (alta e indeseable, sin duda) ha permanecido sin cambio por 30 años.
Quienes no apoyamos el sueño de opio de políticos como AMLO o Sanders recibimos inmisericordes ataques por nuestra falta de compasión. Se cree que no deseamos menos desigualdad, o que creemos en una ley de la selva donde sólo el más apto sobrevive. Nada menos cierto. Anhelamos lo mismo, pero creemos en la aritmética. Sabemos que cuando se expande el Estado o se crean nuevos programas (algunos clientelares, pero muchos con intenciones correctas), alguien cubre el costo. Sabemos que el Estado administra mal, pues los incentivos del político no se alinean con propósitos de eficiencia; que cada peso que gasta el Estado sale de un causante que lo generó con esfuerzo o de una empresa cuya capacidad de generar riqueza y empleos se limita.
Es políticamente rentable ofrecer el cielo, prometiendo que lo pagará un tercero, pero la realidad siempre nos despierta de ese sueño.
@jorgesuarezv
Me llama la atención el decidido apoyo que los jóvenes estadounidenses le han dado al populista Bernie Sanders quien, de hecho, se parece mucho a AMLO. Como dice David Brooks (https://nyti.ms/2TqJrim) "no es un político que busque poder a partir de construir alianzas, de trabajar dentro del sistema constitucional, y que busque compromiso dentro de una sociedad plural y compleja. Él cree en la pureza ideológica y en que una vez que se gana una elección, la mayoría debe arrasar y dominar; él personifica la rabia, la amargura y la polarización como medios para manifestar su odio por quien cree se le opone". Brooks dice que "un líder populista no puede cambiar de opinión porque la omnisciencia del líder carismático jamás debe ser puesta en duda. Si los hechos no encajan con el dogma, éstos deben ser ignorados". Como dice The Economist, Sanders "cree que está moralmente en lo correcto, por lo que pone el fin por encima de los medios", es "un mojigato divisivo... que cree que todos los males en el mundo se deben a los billonarios y hombres de negocio...". Su larga carrera en el Senado fue infecunda justo por la misma incapacidad para construir alianzas que le costó una amarga derrota en la primaria demócrata del Súper Martes.
Sanders ha encandilado a los jóvenes inventando su propia realidad, donde la salud, la educación universitaria son gratis. Cree necesario expandir el Estado, regular más la inversión privada y forzar a que 20% del capital de las empresas se les regale a los trabajadores; está contra el libre comercio; la energía nuclear y el fracking, a pesar de que éste hizo a EU el mayor productor de energéticos del mundo, y ha permitido reducir gases invernadero más que en Europa, gracias al uso masivo de gas natural.
Sanders, como lo ha hecho Morena, pone a los países escandinavos como ejemplo "socialista" de provisión universal de salud y educación. Pero, selectivamente ignora hechos importantes. Como dice Fareed Zakaria (https://wapo.st/3atngPz), Suecia y Noruega tienen más billonarios per cápita que Estados Unidos. Hoy, esos países son incuestionablemente capitalistas. Uno de los principios esenciales de su modelo parte de un mercado laboral f lexible, donde se puede despedir a un trabajador sin liquidación o litigio. No hay salario mínimo como tal. Creen en el libre comercio, redujeron carga regulatoria y se enfocaron en aumentar la competitividad de sus empresas. Y sí, hay una amplia red de apoyo estatal de servicios, salud y educación, pero se paga con impuestos elevados. En Dinamarca, la tasa máxima de ISR es de 55.9%, y se alcanza a partir de 1.3 veces el ingreso promedio nacional (eso equivaldría como a 7 mil pesos mensuales en México). El peso de la recaudación recae en la población menos af luente y en la clase media, pues la tasa promedio de IVA en el norte de Europa es 25%. 1/5 de la recaudación total proviene de éste. Según la OCDE, el 10% más rico de los estadounidenses pagaba 45% de la recaudación total en 2008, en los países nórdicos 26%.
Sanders insiste en la creciente polarización del ingreso en Estados Unidos, pero estudios recientes (https://bit.ly/2VLXRwk) muestran que si se incluyen las reservas del Seguro Social, la desigualdad (alta e indeseable, sin duda) ha permanecido sin cambio por 30 años.
Quienes no apoyamos el sueño de opio de políticos como AMLO o Sanders recibimos inmisericordes ataques por nuestra falta de compasión. Se cree que no deseamos menos desigualdad, o que creemos en una ley de la selva donde sólo el más apto sobrevive. Nada menos cierto. Anhelamos lo mismo, pero creemos en la aritmética. Sabemos que cuando se expande el Estado o se crean nuevos programas (algunos clientelares, pero muchos con intenciones correctas), alguien cubre el costo. Sabemos que el Estado administra mal, pues los incentivos del político no se alinean con propósitos de eficiencia; que cada peso que gasta el Estado sale de un causante que lo generó con esfuerzo o de una empresa cuya capacidad de generar riqueza y empleos se limita.
Es políticamente rentable ofrecer el cielo, prometiendo que lo pagará un tercero, pero la realidad siempre nos despierta de ese sueño.
@jorgesuarezv
Calidad media de vida
Ricardo Elias en MURAL 05 Mar. 2020
¿Qué significa ser clase media y quién pertenece a ella? Según la OCDE, pertenecen a la clase media mexicana las personas que reciben ingresos de entre 75 y 200 por ciento del ingreso nacional promedio.
Esto significa que quienes ganan entre 5 mil 346 y 14 mil 256 pesos mensuales, (un promedio de 7 mil 128 pesos al mes) pertenecen a la clase media.
Si comparamos estos datos con el ingreso promedio de la clase media estadounidense, que es de 48 mil 672 dólares anuales (936 dólares a la semana de 40 horas de trabajo), nos daremos cuenta que el problema radica en la definición de la calidad de vida que supone ser clase media, la famosa "honrada medianía" a la que Benito Juárez se refería.
Por ello, una persona de clase media en Estados Unidos, en México es considerada como rica.
La clase media no debe definirse sólo en función de niveles salariales, sino por la calidad de vida que una persona puede tener con los ingresos que recibe.
Por ello, en lugar de hablar de la discriminatoria y excluyente idea de clases, en este caso de la clase media, prefiero hablar de calidad media de vida.
En el prólogo del libro Clasemediero, de Luis de la Calle y Luis Rubio, la entonces directora del Centro de Investigación para el Desarrollo A.C., Verónica Baz, dice que "clasemediero es hacer fila para entrar al cine, viajar durante las vacaciones, comprar con algún tipo de crédito, tener coche y salir de la Ciudad en fines de semana, así como contribuir a la estabilidad política, exigir más como consumidores y buscar las condiciones para que las próximas generaciones sean más prósperas".
Si bien este concepto de clase media es mucho mejor que el de la sola medición salarial, le falta algo muy importante: que esa clase de vida sea posible luego de pagar impuestos, lo que nos da el derecho a exigir, como consumidores y como ciudadanos, mejores productos y servicios.
El reto es construir una verdadera, mayoritaria, educada y cívica clase media mexicana que gane lo suficiente para llevar una vida digna con moderados disfrutes.
Y para ello, lo primero que se necesita es subir las miras y comparar la calidad media de vida mexicana con la de países más desarrollados. Y si lo hacemos veremos que en México, a la llamada clase media pertenece sólo el 10.8 por ciento de la población y no el 45 por ciento, que resulta al aplicar el criterio salarial de la OCDE.
La calidad media de vida tiene que ver, además de con recursos económicos, con la educación y el tipo de empleo, con actitudes cívicas, responsabilidades fiscales y crediticias, y en especial con el llamado "mindset" o mentalidad de lo posible, lo cual está íntimamente ligado al nivel cultural y las aspiraciones personales.
Hay un mundo de diferencia entre quien se lleva a su bolsa 15 mil pesos al mes en la economía informal, que alguien que gana esa misma cantidad luego de pagar impuestos en un empleo formal que exige, además, un determinado nivel de conocimientos, responsabilidades y desempeño.
La verdadera clase media valora la educación y acata las leyes, porque las liga a un mejor futuro individual y colectivo, al respeto que damos y recibimos de otros, y a la autoestima.
Y nada peor para pensar en un mejor futuro y para la autoestima que el aceptar dádivas y becas del gobierno a cambio de nada, ni siquiera del logro de un determinado grado académico. Salvo en el caso de los adultos mayores, la ayuda económica debe verse como algo provisional o de emergencia, pero nunca como substituto permanente del trabajo.
Hasta para ayudar se necesitan conocimientos, tacto y sensibilidad, de manera que la ayuda no signifique una compraventa de la dignidad, del respeto o de la voluntad.
Los apoyos a los que menos tienen deben ser anónimos o institucionales, y de esa manera evitarle a la persona necesitada la vergüenza que significa recibir asistencia (o peor aún, caridad), o que sienta que le debe pleitesía a quien se la brinda.
Y esto es lo que los llamados "servidores de la nación" están haciendo a la hora de entregar becas y ayudas económicas: comprando voluntades con el dinero de todos y haciéndoles ver, sin tapujos, que esos beneficios se los deben a Morena, y en especial a su bien amado Presidente.
"Desprecio la caridad
por la vergüenza que encierra".
Atahualpa Yupanqui
ricardoelias1@gmail.com
ricardoelias.mx
¿Qué significa ser clase media y quién pertenece a ella? Según la OCDE, pertenecen a la clase media mexicana las personas que reciben ingresos de entre 75 y 200 por ciento del ingreso nacional promedio.
Esto significa que quienes ganan entre 5 mil 346 y 14 mil 256 pesos mensuales, (un promedio de 7 mil 128 pesos al mes) pertenecen a la clase media.
Si comparamos estos datos con el ingreso promedio de la clase media estadounidense, que es de 48 mil 672 dólares anuales (936 dólares a la semana de 40 horas de trabajo), nos daremos cuenta que el problema radica en la definición de la calidad de vida que supone ser clase media, la famosa "honrada medianía" a la que Benito Juárez se refería.
Por ello, una persona de clase media en Estados Unidos, en México es considerada como rica.
La clase media no debe definirse sólo en función de niveles salariales, sino por la calidad de vida que una persona puede tener con los ingresos que recibe.
Por ello, en lugar de hablar de la discriminatoria y excluyente idea de clases, en este caso de la clase media, prefiero hablar de calidad media de vida.
En el prólogo del libro Clasemediero, de Luis de la Calle y Luis Rubio, la entonces directora del Centro de Investigación para el Desarrollo A.C., Verónica Baz, dice que "clasemediero es hacer fila para entrar al cine, viajar durante las vacaciones, comprar con algún tipo de crédito, tener coche y salir de la Ciudad en fines de semana, así como contribuir a la estabilidad política, exigir más como consumidores y buscar las condiciones para que las próximas generaciones sean más prósperas".
Si bien este concepto de clase media es mucho mejor que el de la sola medición salarial, le falta algo muy importante: que esa clase de vida sea posible luego de pagar impuestos, lo que nos da el derecho a exigir, como consumidores y como ciudadanos, mejores productos y servicios.
El reto es construir una verdadera, mayoritaria, educada y cívica clase media mexicana que gane lo suficiente para llevar una vida digna con moderados disfrutes.
Y para ello, lo primero que se necesita es subir las miras y comparar la calidad media de vida mexicana con la de países más desarrollados. Y si lo hacemos veremos que en México, a la llamada clase media pertenece sólo el 10.8 por ciento de la población y no el 45 por ciento, que resulta al aplicar el criterio salarial de la OCDE.
La calidad media de vida tiene que ver, además de con recursos económicos, con la educación y el tipo de empleo, con actitudes cívicas, responsabilidades fiscales y crediticias, y en especial con el llamado "mindset" o mentalidad de lo posible, lo cual está íntimamente ligado al nivel cultural y las aspiraciones personales.
Hay un mundo de diferencia entre quien se lleva a su bolsa 15 mil pesos al mes en la economía informal, que alguien que gana esa misma cantidad luego de pagar impuestos en un empleo formal que exige, además, un determinado nivel de conocimientos, responsabilidades y desempeño.
La verdadera clase media valora la educación y acata las leyes, porque las liga a un mejor futuro individual y colectivo, al respeto que damos y recibimos de otros, y a la autoestima.
Y nada peor para pensar en un mejor futuro y para la autoestima que el aceptar dádivas y becas del gobierno a cambio de nada, ni siquiera del logro de un determinado grado académico. Salvo en el caso de los adultos mayores, la ayuda económica debe verse como algo provisional o de emergencia, pero nunca como substituto permanente del trabajo.
Hasta para ayudar se necesitan conocimientos, tacto y sensibilidad, de manera que la ayuda no signifique una compraventa de la dignidad, del respeto o de la voluntad.
Los apoyos a los que menos tienen deben ser anónimos o institucionales, y de esa manera evitarle a la persona necesitada la vergüenza que significa recibir asistencia (o peor aún, caridad), o que sienta que le debe pleitesía a quien se la brinda.
Y esto es lo que los llamados "servidores de la nación" están haciendo a la hora de entregar becas y ayudas económicas: comprando voluntades con el dinero de todos y haciéndoles ver, sin tapujos, que esos beneficios se los deben a Morena, y en especial a su bien amado Presidente.
"Desprecio la caridad
por la vergüenza que encierra".
Atahualpa Yupanqui
ricardoelias1@gmail.com
ricardoelias.mx
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